Las leyendas

Las leyendas

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Una de las leyendas más famosas de las Islas está protagonizada por Gara, recreada por Alfredo Palmero en Imagina Guanches. La historia relata el amor imposible entre la princesa gomera Gara y el hijo del Mencey de Adeje, Jonay. Gara era princesa de Agulo,  lugar del agua, y Jonay era puro fuego, procedente de la isla guanche del infierno (Teide). Se declaró que su amor era imposible y que avecinaba grandes males, por lo que les ordenaron que no volvieran a verse. Pero Jonay, desobedeciendo a esa orden, atraviesa el mar con vejigas de animal como flotador en busca de su amada y ambos huyen. Tras amarse, son cercados, y entonces colocan entre ellos una afilada y mortal vara de cedro, uniendo así sus corazones para siempre. Gara, princesa del agua, y Jonay, príncipe del fuego, dan nombre hoy a la cumbre más alta de la Gomera y al Parque Nacional de Garajonay.

Otra leyenda recreada por Alfredo Palmero es la de Guayota el maligno. El pueblo guanche, que se dedicaba a la agricultura y la ganadería, creía en Achamán, el Dios bueno, y en Guayota, el demonio maligno que vivía en  el interior del Echeyde (Teide). Un día el demonio maligno, celoso del calor de Magec, el Dios de la Luz y el Sol, lo secuestró para encerrarlo en lo más profundo de Echeyde con su fuego inmenso. Y el mundo entero, sin el Dios de la Luz y el Sol, se quedó sumido en la más absoluta de las oscuridades. Los guanches pidieron entonces clemencia a su Dios Achamán que, armado con sus poderosos rayos, decidió poner fin a las tinieblas en una lucha encarnizada de rayos y fuego entre Achamán y Guayota. El vencedor de esta lucha no fue precisamente Guayota, si no Achamán, quien encerró al demonio en el interior de Echeyde y rescató de sus profundidades a Magec para que volviera a iluminar con sus cálidos rayos al mundo entero. El Pan de Azúcar, último cono blanquecino que corona el Teide, es el tapón que puso Achamán al cráter con Guayota en su interior. Desde entonces, Guayota permanece encerrado en las entrañas del Teide desde donde aún se le oye respirar y moverse bajo tierra.

Alfredo Palmero junto a la recreación de Ziday, diosa del mar (izquierda) y Ramagua, hija de Bencomo (derecha).

Finalmente, destacamos la leyenda de la Princesa Ico. En la época de la conquista, llegó a Arrecife de Lanzarote en son de paz un rubio capitán llamado Don Martín Ruiz de Avendaño. El rey Zonzomas le invitó a su morada dónde se encontraba la reina Fayna, recreada por Alfredo Palmero en Imagina Guanches, y sus hijos Timanfaya y Guanareme. El capitán pasó una temporada con la familia y a los nueve meses de su partida, la reina Fayna dio a luz a una niña de tez blanca y pelo rubio a la que llamaron Ico. La niña creció al cuidado de su yaya Uga, lejos de los murmullos del pueblo. A la muerte de los reyes Zonzomas y Fayna, Timanfaya se proclamó rey y su hermano Guanareme tomó a la princesa Ico como su esposa. Más tarde otras naves llegaron a la isla y se llevaron preso al rey Timanfaya y, en consecuencia, su hermano Guanareme se proclamó rey. En ese momento el linaje de la reina entró en discusión y para probar su nobleza la encerraron con un grupo de mujeres en una casa llena de humo para ver si sobrevivía. Cuenta la leyenda que Uga llevó sigilosamente una esponja empapada en agua a Ico y gracias a ello la reina sobrevivió. A partir de ese día, el pueblo jamás discutió su nobleza.